miércoles, 13 de mayo de 2015

El Síndrome de Peter Pan

El psicólogo norteamericano Dan Kiley denominó como Síndrome de Peter Pan al conjunto de rasgos que tiene aquella persona que no sabe o no puede renunciar a ser hijo para empezar a ser padre.
El hombre/niño que se resiste a crecer es incapaz de cuidar y proteger a nadie así como de intercambiar papeles igualitariamente en el contexto de una pareja. Exhibe un desfase patológico entre su edad cronológica y su madurez afectiva. Hombres que presumen de joviales, simpáticos, alma de las fiestas, deportistas, aplicados seductores de jovencitas a edades notoriamente inadecuadas, con frecuencia no son más que "peter panes" afectivamente inmaduros y promotores de mucha desdicha en las relaciones de pareja. Se trata de hombres que no han aprendido la diferencia entre haber crecido y ser adultos.

- Síntomas:
  • Intenso deseo y necesidad de ser cuidado por otras personas que él considera “más fuertes”.
  • Incapacidad de comprometerse y de cumplir promesas.
  • Incapacidad para asumir sus propias responsabilidades. Prefiere que lo hagan otros. Por eso, busca a otra persona que asuma el papel de su “padre”/”madre”.
  • Quejas y críticas constantes acompañadas a su vez por la incapacidad de proporcionar afecto a otras personas.
  • Tendencia al egoísmo; siente que todo debe girar en torno a él y se ofende cuando esto no ocurre.
  • Dependencia especialmente emocional, aunque también es frecuente que exista dependencia económica.
  • Su comportamiento es negativista o rebelde.
  • Falta de empatía: este hecho le dificulta las relaciones sociales y le puede llevar a aislarse socialmente, lo que contrasta con un elevado miedo a quedarse solos.
  • Baja autoestima lo que les produce una bajísima tolerancia a la frustración.
  • Rasgos de personalidad narcisistas.
  • Suelen sentirse insatisfechos con sus logros, pero no hacen nada para mejorar su situación.
  • Verbalizan no querer envejecer, pudiendo idealizar su juventud.
Asumir este hecho es el primer paso para el comienzo de la terapia. Posteriormente, la persona deberá aprender a hacer frente a sus responsabilidades cotidianas y a vivir como una adulto. Para ello, será necesario aprender estrategias que deberían haber sido entrenadas previamente a lo largo de su vida, como es el caso del proceso de toma de decisiones y resolución de problemas.
A su vez, será necesario enseñar al paciente a manejar sus pensamientos, haciéndole cambiar su forma de interpretar la realidad, especialmente en lo que concierne a sí mismo. Así por ejemplo, ante verbalizaciones del tipo “Me siento fatal porque tengo que encontrar un piso nuevo; no puedo con la situación; qué nervioso e intranquilo estoy, no quiero hacerlo solo”, etcétera, la persona deberá aprender a sustituirlas por un autodiálogo más resolutivo, como, por ejemplo: “a pesar de que sienta cierta incertidumbre por tener que encontrar un piso nuevo, voy a comenzar a valorar las alternativas que tengo y hoy mismo comenzaré a visitar algunos”.

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